27 de octubre de 2010

ADN: en el Amor Danzamos Nosotros



Ya lo había dicho, convencida y con el alma puesta en ello, siguiendo la certeza que sólo trae la intuición: “sumergiéndome en el mundo de la música aparecerá el amor en mi vida”.
Estuviese escrito o no, en el viento, en su alma, en la vida, en el destino... vaya uno a saber en qué páginas se imprimen las palabras del Universo. Pero era cierto.

Ella se encontraba sentada en la sala de ensayo, tranquila y abstraída del mundo exterior, con el violonchelo entre sus piernas, apoyada el alma de éste en su externón, sosteniendo su cuerpo con sus piernas y acobijando con sus brazos el puente que conduce la magia del mundo visible hacia el invisible.

Él, lejos de allí, estaba sentado en la orilla del río que lo vio crecer durante su infancia y, sin prisa, miraba su rostro reflejado en él. Cabizbajo y meditabundo se preguntaba cómo la cadena de eslabones de su vida podría haberlo conducido hasta ese sentimiento de soledad y vacío, cuando en realidad siempre había estado buscando su Otra Parte.
Absorto en el ocaso se sorprendió al ver que, en el agua, se originaban ondas sin motivo aparente y, de la nada, emerge un elemento que no lograba reconocer. Se acercó sigilosamente, temiendo que aquello, ante su movimiento, pudiera desaparecer. Sintió una extraña vibración en su pecho, un desconocido temblor en sus oídos, un nuevo palpitar en su corazón. Ante Él se materializaba una... dos... tres... infinitas notas musicales. Comenzaron a cristalizar un ADN sonoro-visual que lo abrazó en su danza. Se rindió a la voluntad de este baile y comenzó un viaje sin propósito ni tiempo, confiando en la sangre efervescente que recorría sus venas.

Ella rascaba las cuerdas con el arco sintiendo que con cada vibración algo, no muy lejos de allí, tomaba forma, color, aroma, gusto, sonido y movimiento.
Un golpe la estremece y abriendo sus ojos entra nuevamente al mundo visible, tomando contacto con un escenario siempre buscado, esperado y ahora encontrado.
Se abre la puerta de la sala y se ve invadida por el aletear de múltiples mariposas, las que acarician su rostro y mirada, revuelven su pelo e ideas, suavizan sus palabras y dudas, e invitan a la acción con su movimiento.

Ella y Él, las otrora Otras Partes, ahora fundidas en una sola, renacen en el pentagramas del anhelado amor. Ahora vibra en su Universo el Valor y Fe que regala, a las almas confiadas y aventureras, el camino recorrido por la música y el vuelo de las mariposas.

1 comentario:

  1. Estimada Ninfa de las Aguas: es un relato breve pero poderoso y sugerente, en ese misterioso puente que se establece entre las almas a través de la música -en éste caso- como podría serlo mediante las letras. Tienes ángel para la escritura, seguro podrás dar mucho más aún. Consejo: cuida la ortografía tanto como la gramática o la sintaxis. Bien es cierto grandes escritores estamparon sonoras faltas de ortografía, pero no es menos cierto antes fueron grandes escritores.

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