2 de noviembre de 2010

ONDINA AZUL Y EL ESCORPIÓN


Dedicado a aquellas almas que llevan más de una vida poder reencontrarse y pacientemente, sin darse cuenta, esperan el momento justo para hacerlo y dan sentido a nuestra existencia.

Aburrida de estar en el mundo de siempre abandono, por un momento, el mar y comienzo a surcar la playa desierta. Mis alas aún están húmedas y confío en que el sol hará lo suyo, aunque no tengo prisa, ya que no está en mis planes volar por un rato. La arena se siente tibia, la brisa es suave y cálida, las palmeras me recuerdan algún lugar familiar, pero no se si propios de esta vida. Decido recostarme sobre unas flores para disfrutar del silencio del mundo de las hadas.
En esa delgada línea que separa la ensoñación de la vigilia me percato de un constante y extraño sonido, que aumenta con el paso de los segundos.
- ¿Desde cuando las sombras tienen vida propia? - me pregunto, creyendo que, definitivamente, he caído rendida al sueño.
- Hola linda. ¿Muy cansada? Hace rato te estaba buscando ¿sabes? - saluda familiarmente un ser que aún no reconozco.
- ¿A mi? Soy Ondina Azul... ¿Nos conocemos? Creo que te he visto en alguna parte pero... no, no nos conocemos. ¿Cómo sabes quien soy yo? - indago extrañada por sentirme expuesta en un lugar que no buscaba encontrarme con nadie.
- Claro que nos conocemos... ¿no me recuerdas? Se que ha pasado mucho tiempo, es verdad, calculo que exactamente tres vidas. Tu no eras un hada del agua y yo no era un escorpión. Tu eras una hermosa humana y yo... un simple humano... que tu decías era bello y tierno. Se que mi apariencia actual puede confundirte y hacerte creer que no soy de fiar ¿verdad? Mi cola, siempre atenta para atacar, puede desconcertarte pero creeme que solo la uso como arma de defensa, se que no deberé usarla contigo, linda.
Me miraba fijamente a los ojos como queriendo encontrar aquel ser que a mi me costaba traer al presente. Me sentía hipnotizada por el negro de sus órbitas oculares y el movimiento atento de su cola. Al descubrir su aguijón se me eriza la piel y siento que mis alas están secas... si quisiera podría emprender vuelo de inmediato y rescatarme de cualquier peligro. Sin embargo... decido permanecer en ese estado de trance, disfrutando del eventual riesgo de ser víctima de su veneno.
- Ah... me pareces conocido sí... pero siempre tuve mala memoria - pronuncié lentamente cada palabra para tener tiempo y pensar cómo actuar frente a esta situación.
- Ja ja ja ¡cierto! ¿En todo este tiempo aún no lograste descubrir un antídoto para esto? Yo conozco uno, que no falla nunca. ¿Te gustaría probar y ver qué pasa? - se mostraba seguro de sí mismo y seductor en su propuesta.
- Eh... siempre me han dicho que desconfíe de extraños y menos si me proponen tomar algo que no conozco - sonreí pícaramente, queriendo aparentar un halo de ingenuidad.
- Sigues provocadora como la primera vez que te conocí... y me encantó. Por tu magia es que estuve tantas vidas buscándote, a veces pensando en desistir por las adversidades, para al fin volver a encontrarte. Se que no somos más que dos seres de mundos distintos, en apariencia irreconciliables, pero... ya vencimos estas barreras en aquella oportunidad - profirió dulce y tiernamente sin dejar de establecer el contacto visual.
- Si... la barrera... en la ventana de mi alma ¿verdad? ¿Era así como lo habías dicho? - me sonrojé al recordar mi talón de Aquiles, aún no resuelto a lo largo de tantas existencias y muertes.
- Hermosa, no te sonrojes conmigo que conozco tu secreto y sabes que vengo a ayudarte. Aunque quisieras estar protegida, por miles de años, en tu morada del agua, se que esperabas este día y que en medio de las tinieblas del ensueño me vieras con los ojos de tu corazón, dispuesta a recibir mi remedio para tu dolor - hablaba ahora en mi oído, envolviéndome por completo en su vibración.
Me rindo totalmente ante este escorpión y libero mis miedos, me entrego a su suave aliento, sus adormecedoras palabras y a su tibia piel que me hace sentir en casa.
En ese momento siento un extraño dolor, profundo e intermitente, que penetra en mi nuca y una corriente eléctrica se dispara a través de mi columna. Tiemblan mis pies, piernas, alas, sobre todo mis caderas y pecho, y lo único inmóvil es mi rostro, que permanece unido al suyo.
Cuando al fin puedo pronunciar palabra, abro mi alma a la suya y digo:
- Hola lindo. ¿Muy cansado? Hace rato te estaba buscando, ¿sabes? - mientras sonreímos nos fundimos en un abrazo de dos mundos perfectamente compatibles.

2 comentarios:

  1. Oh y ahora? Es que habremos perdido, nosotros simples mortales lectores, para siempre a nuestra Ninfa escritora, convertida en una simple escorpiona? Lindo relato, con atmósfera fantástica, trasunta dulce poesía. Besos. J

    ResponderEliminar
  2. Hola mi viejo!!! Hay ninfa para rato y en todo caso sería una escorpiona, para nada simple.
    En realidad, cada uno le da la interpretación que le nazca, pero desde mi sentir era un nuevo despertar de conciencia en Ondina... recordó ese encuentro con la otra parte de su alma :-)

    ResponderEliminar