La Feria de Tristán Narvaja es el mejor paseo
para un domingo otoñal. Un clásico uruguayo. Libros de segunda mano,
antigüedades varias, objetos obsoletos, eso sí, en medio de los puestos de
frutas y verduras, pescados y embutidos artesanales, lo que le confiere un
ambiente único en su estilo.
Más
que una feria es un parque urbano. Hacia una de las calles laterales se
extienden sendas filas de banquitos de madera, una fuente de agua con estatuas
de caballos, indígenas y algún que otro prócer autóctono. Uno puede recorrer
tranquilamente los caminos laberínticos del paseo y darse una cabezadita en el
parque, satisfecho por la compra realizada de tantos objetos sin aparente
valor, más que el simbólico y afectivo, que suele ser para uno mismo.
Se
llama Parque Canillita porque según cuenta la leyenda, urbana también, allí se
leyó el último ejemplar impreso de un diario, en el año 2015. Algunos versan
que el día exacto fue un 31 de Diciembre, por ser el último día del año, aunque
la mayoría defiende aquella referencia en la cual la edición estaba atrasada y
pertenecía a un par de días anteriores. La cuestión es que ese último ejemplar,
aún atrasado, fue el último que el ciudadano uruguayo leyó, puesto que ya se
había decretado que a partir del 1 de Enero de 2016 ya no se imprimirían
periódicos, solamente circularía la información en formato digital y online.
Alegaban que por una política de protección ambiental, ayuda a las reservas de
árboles, disminución de la contaminación, entre otras excusas. Pero lo cierto
es que con esta resolución del gobierno, de una vez, y para siempre, se acabó
terminantemente, con una querida y antiquísima tradición, no solamente
uruguaya, sino de corte universal. El periódico ya no formaba parte de ciertos rituales
de relajación como el que acompañaba el desayuno del domingo, en algún café del
centro, ni aquel que se sentaba en la plaza o parque, junto al termo y mate,
menos el que cargaba el señor en la silla para, una vez sentado en la playa,
abrirlo y a sus anchas comentar las noticias allí más relevantes.
Ahora el mundo había cambiado, el Uruguay poco
a poco se iba convirtiendo en un país digital, un país innovador, de última
línea, y ya no se compartía en la familia un momento de comunicación a través
de acontecimientos de su entorno, ahora cada uno ingresaba a los periódicos
desde su móvil, computadora o reloj inteligente. Uno bien podría pensar que
esto formaría parte de un escenario futurista, pero ¿acaso no todo mañana ya es
futuro? ¿Cuándo empieza la Era futurista? ¿Quién establece el inicio de una Era
sino por los hechos cotidianos que, de manera concreta y definitiva, marcan un
antes y un después?
Es
así que en aquel parque urbano, llamado aún Canillita, donde en una época no
tan remota, un ejemplar de periódico atrasado fue leído por última vez en su
formato impreso, dio paso a toda una Era desconocida, una época en la cual ya
no habría personas que se dedicaran a la venta de diarios por las calles a la
voz de “Diaaario, diario”, o en los clásicos puestos de venta en cada esquina.
Y es así como también, poco a poco, la gente dejó de comprar revistas, libros,
cuadernos, lápices, puesto que no había motivo alguno para leer o escribir,
salvo a través de monitores y teclados. Los seres humanos bienvenidos a la Tierra
nacidos en esa Era son los que no tuvieron necesidad de aprender a leer o
escribir, sino que desde bebés se fueron sumergiendo en el mundo digital, como
si de una burbuja a otra se hubieran trasladado.
Un
refrán uruguayo, clásico ánimo nostálgico, dice: “todo tiempo pasado fue mejor”.
De todas formas mientras el ser humano tenga ojos, dedos, voluntad y ansias de
libertad, seguirá escondiendo ejemplares de periódicos, como si de un huevo de
dinosaurio se tratara, para mostrar a sus descendientes uno de sus más
preciados tesoros, el olor a papel y la magia de la letra escrita, tal como yo
tengo uno ahora, escondido entre mis brazos y a punto de ser entregado a una de
mis nietas. Que siga disfrutando un rato más de este domingo soleado en los
relucientes toboganes del Parque Canillita. Aún más relucirá su rostro cuando
descubra el color amarillo y el emotivo aroma de estas hojas impresas en el año
2015.
El olor al papel y la magia de la palabra escrita. He ahí dos pasiones compartidas que dan razón y sustento a un mundo, futuro? , en el que quienes vendrán no conocerán de ellas sino por lo que, quienes caemos bajo el embrujo del papel entintado, podamos dejarles, precisamente, escrito. Me ha dado gusto tomar unos mates a la sombra de los frondosos árboles de éste parque tan singular.
ResponderEliminar