30 de diciembre de 2010

Ondina Azul y Alejo



Una mañana de brisa fresca e intenso sol, en la orilla del mar se encontraba lamentándose Alejo, un joven cangrejo rosado que no había podido conocer otros mares por su imposibilidad de caminar hacia adelante. Poco tiempo atrás se había cuestionado sobre esta característica y desde que tomó conciencia de ello, no logró ver la vida de la misma manera.
Solía ser un cangrejo medianamente feliz, se contentaba con sentir la arena bajo sus patitas, sentir la frescura del agua en su caparazón, dejarse arrastrar por el vaivén de las olas y esconderse en el mar cuando algo le generara temor.
Pero desde el día en que quiso avanzar, para establecer comunicación con una gaviota que reposaba en la seca arena, y se vió impedido de hacerlo, ya no pudo dejar de entristecerse por su condición.
Permanecía inmóvil durante largas horas bajo el sol pensando cómo podría solucionar algo que iba contra su propia naturaleza. Se tomó un tiempo para observar lo que le rodeaba. Reparaba en cada detalle de los demás seres de su entorno. Descubrió que los peces no podían hablar y dormían con sus ojos abiertos, pero a su vez podían recorrer todo el vasto mar con solo impulsar sus aletas, eligiendo la dirección que quisiera tomar; los caracoles no podían avanzar rápidamente si un ave se les acercaba con la intención de comérselos pero se podían refugiar en su coraza y tomar el rumbo que quisiera una vez que hubiera pasado el peligro; los hipocampos no podían correr sobre la tierra pero albergaban sus hijitos en una bolsita en su cuerpo y recorrían las aguas con total libertad. Poco a poco fue detectando las debilidades y fortalezas de cada uno pero todos... absolutamente todos... podían elegir hacia donde ir y sobre todo, ir hacia adelante. Sin embargo, él y los de su especie, eran los únicos que no lo podían hacer. Invariablemente debían caminar hacia atrás.
Hasta ese momento Alejo no había tenido nunca ninguna meta concreta ni deseo a realizar, simplemente fluía llevando a cabo la información que almacenaba su genética. Pero haber tomado contacto con este descubrimiento le causó tal frustración que aún no lograba asumirlo como tal.
- Hola Alejo ¿estas tomando un poco de sol? ¿es raro encontrarte por acá y tan quietito? - se acercó lentamente Ondina Azul, que había resuelto disfrutar un rato de compañía visitando a su amigo cangrejo.
- Si... es raro ¿no? Ondina... tu que hace muchos años vives en este mar y has recorrido gran parte de nuestro planeta... ¿me podrías contestar una pregunta, con toda honestidad? - preguntaba Alejo con cierto temor a conocer la respuesta.
- Sabes que siempre estoy para ayudar. Pregunta tranquilo que, por lo que veo, se viene LA pregunta - menciona jocosamente la ninfa de las aguas.
- Nos conocemos desde pequeños y bueno... preguntarte esto me da... como vergüenza... porque vas a pensar que soy un tonto... ¡pero es que nunca me di cuenta! - protestaba consigo mismo el cangrejo.
- ¿De qué no te diste cuenta? Preguntame que si me dejas, por ahí te puedo ayudar en algo. Además, nunca pensaría que eres un tonto, tu me has enseñado muchas cosas antes, como sumergirme en la arena húmeda luego que se retira la ola, si es que quisiera camuflarme ante algún peligro - intentaba animar Ondina Azul a su amigo.
- Y te ha salvado alguna que otra vez, je - responde más animado y confiado Alejo - Bueno, mi pregunta es: ¿vos sabías que yo no puedo caminar hacia adelante? Es decir ¿te habías dado cuenta que nunca, pero nunca, pero nunca caminé para adelante, sino siempre para atrás? - indagaba con intriga y resquemor mirando fijamente los ojos del hada.
- Sí Alejo, tu nunca caminaste hacia adelante pero... pensé que tu lo sabías. ¿Cuando te diste cuenta de esto? - respondía francamente a su amigo.
- El otro día estuve contemplando un pájaro que no conocía, seguro no era de aquí... quise entablar una conversación con él y cuando quise avanzar... ¡zas! ¡Me alejaba! Por un momento intenté visualizar mi cerebro enviando las órdenes correctas a mis patas, pero siempre que pensaba “adelante”, ¡mis patas se movían para atrás! - exclamaba realmente asustado Alejo al tomar nuevamente conciencia de su imposibilidad.
- Alejo, te entiendo que estés tan shockeado porque acabas de descubrir algo que había pasado inadvertido para ti, durante mucho tiempo. ¿Pero qué es lo que más te asusta de esto? Porque hasta ahora te he conocido como una cangrejo feliz y no se en qué piensas que pueda cambiarte esto - indagaba como poniendo a prueba la toma de conciencia de su amigo.
- ¿Que qué es lo que más me asusta de esto??? TODO. O sea... yo no se si era feliz... yo... yo era... yo vivía y hacía, nada más, no pensaba mucho ni me cuestionaba nada y si... si estar así es ser feliz... era feliz. Pero desde que me di cuenta que nunca podría avanzar para lograr algo que quisiera... me puse triste. Porque yo ahora quiero lograr cosas. El otro día quería hablar con ese pájaro y no pude. Ahora me doy cuenta que quiero hacer cosas diferentes, quiero conocer nuevos mares, conocer nuevos árboles, ver distintos cielos y atardeceres, conocer otros seres distintos a mi y no se... también alguna cangrejita que me acompañe en estas aventuras - respondía visiblemente emocionado y tímido ante su sorpresiva honestidad.
- ¡Ay, qué lindo lo que dices Alejo! Gracias a mis alitas he podido recorrer nuevos territorios y sin lugar a dudas te digo: anímate a hacerlo - impulsaba el hada al cangrejo amigo.
- ¡¿Pero cómo Ondina?! Te he dicho que no lo puedo hacer... yo solo puedo caminar hacia atrás... no me imagino atravesando el mundo de espaldas - hablaba desanimado al responder a su amiga.
- Mmm... yo tengo una idea... - mencionaba en tono misterioso Ondina.
- Porfis, porfis! Dímela! Te juro que te traigo un regalo de cada lugar que recorra, pero dime tu idea - saltaba entusiasmado el cangrejo ante la posible solución a su recientemente descubierto problema.
- Te voy a presentar a Cande. Es una amiga cangreja que recién se instaló en nuestro mar. Ella nació en otro lugar y tiene un alma aventurera, ha estado viajando por un tiempo y hace unos días eligió nuestras aguas para residir un tiempo. Seguro conoce la clave para ayudarte en tus deseos. ¿Quieres conocerla? - pregunta el ser alado guiñando un ojo.
- ¡Siiii! Por supuesto Ondina. Tengo un presentimiento... creo que en un par de días ya no estaré aquí... estaré caminando hacia adelante, hacia un rumbo bien lejano - sonreía Alejo al imaginar los nuevos paisajes que le estarían esperando.
Alejo pasó el día disfrutando de la frescura del mar y el sol que le renovaba sus energías, imaginando los nuevos lugares por conocer y su corazón se inquietaba con tanta expectativa. Su ánimo había cambiado radicalmente desde su charla con su mágica amiga. Ahora podía sentir nuevamente la brisa esperanzadora del cambio.
- Alejo... ella es Cande. Cande... él es Alejo. Los dejo conversando un rato porque tengo que ir a retocar mis alas... hoy las hice trabajar demasiado y necesitan unos mimos - sonríe pícaramente el hada mientras se retira pacíficamente, dejando solos a ambos cangrejos.
- Hola Cande, soy Alejo, encantado. Me contó Ondina que hace poco te viniste a vivir a nuestro mar. Espero que te haya parecido lindo.
- Si, estuve recorriendo varios lugares y me gustó aquí para descansar unos días, para luego retomar la aventura. Ondina me dijo que tu estabas pensando hacer lo mismo... y que yo te podría ayudar en algo... - Cande deja un silencio para que el cangrejo pueda elegir bien sus palabras.
- Debo ser honesto contigo y pedirte un favor, aunque recién nos estamos conociendo. Tu eres una cangreja como yo y, seguramente, te habrás dado cuenta, antes que yo, de que no podemos caminar hacia adelante. Lo descubrí hace poco y me angustié por ello. Desde ese momento tengo ganas de viajar y tener nuevas experiencias pero me encontré con esta imposibilidad. ¿Cómo has hecho tu para viajar? - preguntaba visiblemente sorprendido Alejo.
- Por suerte supe esto desde chiquita. Mis padres me contaron de esta “capacidad diferente” que nosotros tenemos y gracias a ello pude adaptarme a nuestra condición. Lo asumo como algo natural y realmente no me genera ningún tipo de inconveniente. Así fue como descubrí que sí podemos caminar hacia adelante, ¿sabes? Y podemos conquistar nuestras metas como cualquier otro ser de nuestro maravilloso planeta - comunicaba pacífica y alegremente Cande.
- ¿Si? ¿Cómo? Cuéntame porque no me imagino... he hecho el intento pero no lo logro - se mostraba cada vez más entusiasmado Alejo.
- Nosotros podemos caminar hacia adelante “junto a otro” - y quedó en silencio mirando a su reciente amigo.
- Eh... ¿junto a otro? Pero... ¿y así no estaríamos caminando los dos hacia atrás? - subía una ceja en señal de desconcierto el cangrejo.
- No, porque he descubierto la táctica que nos permite avanzar mientras nos apoyamos en el otro. Digamos que es trabajo en equipo. Nos tenemos que poner espalda con espalda y así, con un ganchito que inventé, unimos mis patas traseras a las tuyas. Durante un tramo del camino yo voy caminando “normalmente, hacia atrás” y esto hace que tu camines hacia adelante, y cuando yo me canse, tu haces lo mismo por mi - compartía su secreto con una amplia sonrisa la despierta cangreja.
- ¡Y así podríamos ir avanzando en nuestra aventura de ir explorando el mundo! ¡Qué buena idea amiga! Me hubiera gustado que mis padres también me comunicaran esto desde chiquito... pero siento que para ellos no era fácil hablar sobre este tema - recuerda reflexivo Alejo.
- Y no lo es... tampoco lo fue para mis padres. Pero siempre es mejor decir una verdad por más dolorosa que parezca. Nada bueno surge de la ignorancia y aunque el dolor es inevitable, lo que sí podemos elegir es el sufrimiento. Una verdad no dicha genera desconfianza y tristeza, uno no puede elegir en el desconocimiento. Pero frente a la verdad revelada, junto al dolor que esta pueda conllevar, nacen las oportunidades de crecimiento y con esto, la búsqueda de la felicidad - compartía sus conocimientos Cande.
- Es bueno saberlo. Gracias por compartir tu táctica para poder recorrer el mundo. ¿Te parece que pueda unirme a tu expedición cuando retomes el viaje? Ya no puedo esperar más - daba saltos de alegría Alejo mientras se imaginaba todo lo que le esperaba.
- ¡Claro que puedes! Tenía el presentimiento de que este lugar no solamente me iba a brindar paz y tranquilidad, sino también buenos amigos y posibilidades de seguir transitando nuestro mundo junto a seres especiales - reía Cande mientras daba un fuerte abrazo a Alejo.
- ¡Vamos! Tenemos que buscar a Ondina para que bendiga nuestro emprendimiento puesto que fue ella quien nos acercó para que me revelaras esta gran verdad.
Y, de esta manera, Alejo y Cande disfrutaron los últimos días de verano en el mar que los encontró y se prepararon para emprender un camino nuevo hacia la aventura y felicidad.

1 comentario:

  1. Sumamente inspirador. Cada relato, al igual que cada arbol, en este hermoso bosque encantado, aspira a un crecimiento, en cada uno de sus sentidos. Gentilmente se extiende hacia los lados; creando fuertes ramas que parecen buscar el abrazo; en sus hojas, descansa el rocio y crecen los frutos que tan amablemente ofrece. Pero quien te conoce...Ondina; entiende que ahi no se limita tu crecimiento. Que cuanto mas alto vas, buscando estar mas cerca de ese sol que te alimenta, mas profundas se hacen tus raices, por donde fluyen(Oz-0z) las arterias que alimentan tu alma. Tus palabras inspiran...hermosa ninfa de los mares.., pero tu congluencia emociona.

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