30 de diciembre de 2010

Alegoría



En las profundidades de la tierra de un pacífico y lejano bosque vivía Platón, un joven topo que, recientemente, había cumplido un año más de su existencia. Su carácter reservado y meditabundo le había llevado a evitar celebrarlo junto a su comunidad, pero este año cumplía 30, y el cambio de década le había traído como regalo una intensa angustia existencial. Intentando minimizar su malestar tomó la decisión de conmemorarlo junto a su novia, Creta, con la cual pensaba estrenar su paternidad y consolidar su madriguera.
Es bien sabido que los topos son animales solitarios y su único sentido en la vida es escarbar en la oscuridad del mundo subterráneo, alimentarse de pequeños invertebrados, construir su nido y, de esta manera, encontrar su media naranja para poder garantizar la supervivencia de su especie. Pero Platón no era un topo común. Desde pequeño había demostrado una aguda inteligencia que se traducía en profundos cuestionamientos existenciales, incomodidad por lo que sus padres llamaban “su destino”, conductas rebeldes e inestables, así como días de malhumor y ansiedad. Habiendo transitado esta etapa y sintiendo que su mundo no cambiaba comenzó a desarrollar una especie de frustración constante, por lo que decidió abandonar su lucha e intentó ajustarse a las reglas impuestas por su entorno para ser aceptado, aunque el precio a pagar por ello fuese sacrificar su felicidad.
Un oscuro día de verano iba Platón, ciego y sordo, desmarañando un nuevo túnel, buscando anestesiar alguna lombriz para reservarla como postre, cuando se encontró, frente a frente, con Creta. Captó su belleza a través de su sensible olfato y tacto, logrando crear una imagen mental de cómo debía ser en la realidad. Ella se mostró segura y tranquila, aguardando el siguiente movimiento de Platón. Éste, sin saber cómo conquistar su amor, atinó a regalar una lombriz adormecida que llevaba consigo, como prueba de sus buenas intenciones. Desde ese momento comenzaron a construir un mismo túnel para una vida en común y se podría decir que fue amor a primera vista si ambos no fuesen ciegos, así que fue amor a primer olfato, como les gustaba designar a ellos este primer encuentro. La construcción de la madriguera era patrimonio del varón y la fémina se encargaba de evaluar las condiciones de la obra, puesto que allí permanecerían los retoños hasta sus primeros pasos en los laberintos subterráneos. Platón había decidido clausurar sus más profundos deseos de ver y recorrer el mundo con tal de hacer feliz a sus padres y novia. Aunque nunca había asomado su rostro en la superficie de la tierra, en su interior tenía la certeza de que había un mundo desconocido esperando ser descubierto. Muchas veces, en sus sueños, se veía a sí mismo asumiendo este riesgo y atreviéndose a romper todos los esquemas impuestos para poder conquistar este llamado hacia lo desconocido... pero, en la nebulosa onírica, cuando estaba a punto de asomar su hocico en el exterior... algo lo despertaba... y con esto su angustia aumentaba más y más.
Y es así que Platón estaba, un día como cualquier otro, cumpliendo su cotidiana tarea de rastrillar un nuevo pasadizo, sumido en sus pensamientos, cuando un intenso e incomprensible dolor de cabeza lo paralizó por completo.
- Ay... ¿pero que es esto? ¿Por qué me duele tanto la cabeza? ¡Ay, mis ojos! Mis ojos! - se los tapaba y restregaba con sus patas, en un intento por hacer desaparecer ese fuerte dolor y asustándose ante las lágrimas que de ellos se desprendían.
Así permaneció algunos minutos, esforzándose por mantener el control y serenarse, para poder comprender lo que estaba sucediendo.
De a poco las lágrimas comenzaron a ceder y al retirar su patas de sus ojos pudo ver - literalmente - un escenario que solo en sueños se había atrevido a intentar imaginar.
Tenía su cabeza en alto y su vista dirigida hacia la superficie del túnel. Sobre su cuerpecito se desplegaba una potente luminosidad que provenía de un pequeño hoyo que comunicaba con el mundo exterior.
Su corazón comenzó a palpitar a tal velocidad que su respiración se tornó entrecortada. Sus extremidades comenzaron a temblar y su alma le indicaba que, a pesar del intenso miedo, diera sus primeros pasos hacia ese lugar desconocido.
Fue dando cada pisada en sentido vertical, y a pesar de la dificultad que esto implicaba, llegó a asomar su hocico en el mundo de la luz.
Por primera vez en su vida estaba viendo a través de sus ojos. Estaba extasiado ante este escenario desconocido e intentado descifrar que serían aquellas criaturas verdes y altas, ese inmenso fondo azul que le conmovía, cuando sus oídos se alertaron ante un penetrante sonido. Movía su cabeza de un lado a otro buscando el origen del mismo cuando frente a él se posa un ser majestuoso que le eriza con su sola presencia. Su mirada era enigmática y atrayente, sumamente poderosa, como si en el simple contacto visual pudiera desnudar su alma y desentrañar sus más íntimos secretos.
- ¿Vas a quedarte a medio camino? ¿Crees que puedes conocer el mundo escondiendo una parte de ti mismo? - inquiría marcialmente ese ser alado que pacíficamente apoyaba sus patas en el fresco verde.
- ¿Co... co... como sabes que qui... qui... quiero conocer el mu... mu... mundo? - se atrevió a responder a pesar de su miedo.
- ¿No te enseñaron que nunca debes responder con una pregunta? - desafiaba con cada una de sus palabras.
- Perdón... no me di cuenta... - se disculpaba Platón, cuando sintió un fuego en su estómago y clamó - ¡No! ¡No me disculpo nada! Hace tiempo vengo pidiendo disculpas por todo. Sí, quiero conocer el mundo y lo voy a hacer a mi manera - hablaba con sentida seguridad en sí mismo.
- Muy bien, me gusta esa actitud. Estarás de acuerdo en que vas a precisar quien te guíe en este otro mundo, ¿verdad? Es bueno ser intrépido pero no irresponsabe - expresaba gentilmente el ave - Mi nombre es Pepe, soy un halcón nativo de estas tierras y soy el custodio de este bosque. ¿Por qué la cara de sorpresa? - indaga ante los ojos muy abiertos del topo.
- Nunca conocí a nadie que no fuera como yo... hasta el día de hoy pensaba que era ciego y sordo, aunque siempre sentí que las imágenes en mis sueños eran reales... y ahora estoy escuchando cada palabra que pronuncias y puedo ver cada detalle de ti... mi mundo es muy distinto al tuyo... a este que tu conoces.
- Yo no vivo en tu mundo pero se que la oscuridad te atrapa y puede condenarte a una existencia sin búsqueda ni crecimiento... lo he visto en otros halcones, cuando quedan aprisionados en la soledad de su cueva. Tu y yo tenemos cosas en común aunque aún no lo sepas.
- Mmm... tu te desplazas por el cielo y ves a miles de kilómetros de distancia, eres libre desde que has nacido, compartes tus vuelos con otros pájaros... yo en cambio... no he podido ver ni escuchar, me sentía atrapado en los pasadizos subterráneos, nunca compartí sueños ni viajes con otros, he sido solitario y únicamente mi novia Creta conoce algo de mi... - se entristece al recordarla y cuán lejana la siente en este instante.
- He aparecido frente a ti porque tengo una misión que cumplir. El jefe de mi clan, un viejo y sabio halcón colorado, me ha estado preparando para este momento. Me ha dicho que cuando éste llegara tu y yo nos encontraríamos para reconocer el sentido de nuestra existencia - hablaba emocionado el sabio pájaro.
- ¿Cómo es que siendo ciego podía soñar con estos hermosos paisajes? - preguntó visiblemente extrañado Platón, como lo hacía en sus primeros años de vida ante todo aquello que no cumpliera sus expectativas.
- Porque tu espíritu habitó en un cuerpo como el mío hace algunas vidas atrás... y el mio habitó en uno como el tuyo. Una vez cumplida parte de nuestra misión en esa oportunidad, abandonamos nuestras vestimentas y, por un tiempo, permanecimos en las estrellas, hasta que el momento ideal, concertado por nuestro padre cielo y madre tierra, se produjo y, a través de dos estrellas fugaces, reencarnamos con esta apariencia. En aquella oportunidad conocí la oscuridad de la soledad, del desconocimiento, de la falta de certezas, la ausencia de sentidos, el camino en solitario, la angustia de la falta de esperanzas y opresión por el que, en ese momento, era mi destino - recordaba con serenidad el halcón.
- O sea que era cierto lo que sentía en mi interior... una vez fui libre y conocí la luz, recorrí intrépidamente estos cielos y pude expandir mi alma - se maravillaba visiblemente emocionado Platón.
- Se me ha pedido que, por lo que dura un día, pueda llevarte a recorrer los paisajes que transitaste en tu vida pasada, para que tu espíritu recuerde que la luz siempre está presente, aún en la oscuridad - invitaba alegremente Pepe.
- Ay... qué emocionante... no puedo contener las lágrimas... ¡de alegría, de felicidad! Pero... ¿qué puedo hacer yo por ti? - se preguntó en voz alta el topo.
- Dejarme ayudarte y así cumplir mi misión... anteriormente fuiste tu quien trajo luz a mi vida y ahora tu la debes recibir. Aunque suene sencillo, muchas veces no lo es, porque se requiere humildad, generosidad, aceptación y agradecimiento.
- Se que hemos conquistado estos terrenos anteriormente y sí, te permito ayudarme... - mencionaba feliz Platón.
De esta manera el topo trepó sobre la espalda del halcón y emprendieron el viaje, cada uno recordando en cada gota de nube, cada roce del viento, cada rayo de sol y cada hoja de árbol aquello que, en su espíritu, habitaba y aguardaba ser despertado a la conciencia en el momento adecuado.
Una vez de regreso al lugar de partida ambos se dispusieron a despedirse frente a un colorido ocaso, aprovechando este encuentro único para agradecer las bendiciones del abuelo sol, llevando a cabo un pacto de compromiso con respecto a su propio destino, el que desarrollarían con reconocimiento y firmeza, cada uno en su propio mundo.
Cuando Platón llega a su madriguera se encuentra con una escena única: Creta había encendido una diminuta vela y a su lado, en el nido, se movía una pequeña criatura, llena de luz y vida, nacida del amor entre ellos. Es en este preciso momento que, al contemplar a su hijo, viendo sus ojitos aún cerrados pero una fresca sonrisa, Platón comprende el sentido de su viaje y el valor de esta luz en el medio de la oscuridad.

No hay comentarios:

Publicar un comentario